La escasez de agua puede llevar a la falta de acceso a agua potable y saneamiento básico, lo que afecta directamente la salud y calidad de vida de las personas. Además, la sequía puede provocar la migración de población rural a áreas urbanas en busca de mejores condiciones de vida y oportunidades económicas, lo que genera presión sobre los servicios y recursos de las ciudades. También se pueden producir tensiones sociales y conflictos debido a la competencia por los recursos hídricos entre diferentes usuarios.

La sequía afecta de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables, como los agricultores de subsistencia, las comunidades indígenas y los residentes de áreas remotas, exacerbando las desigualdades sociales. Para mitigar el impacto social de la sequía, es necesario brindar apoyo a las comunidades afectadas, mejorar la gestión del agua y promover la resiliencia comunitaria frente a la escasez de agua.